[This article was originally written by Bassam Haddad and published by Jadaliyya in English and Arabic. It was translated into Spanish by Sinfo Fernández and published by Rebelión.]
Triunfo e irrelevancia de las metanarrativas sobre Siria: "Rohna Dahiyyah"
No traten de simplificar lo que está sucediendo en Siria. No lo van a conseguir.
Tampoco podemos ceder el paso a la complejidad.
Muchas de las discusiones sobre Siria –especialmente las que se producen fuera del país- están sencillamente desvinculadas de la tragedia, y es posible que también a mis propios escritos les suceda eso. Por ejemplo, por vez primera después de quince años investigando extensamente la política y sociedad sirias, con múltiples y a menudo largas visitas al año, me he pasado los últimos dos años escribiendo (y agonizando) sobre Siria sin tener la oportunidad de visitarla, fundamentalmente porque se me dijo que allí no era bienvenido. (Mi última visita tuvo lugar en enero de 2011 cuando, por cierto, escribía este artículo sobre el levantamiento tunecino.)
Un buen ejemplo de lo anterior es el reciente bombardeo perpetrado por los aviones del régimen sobre el campo de refugiados palestinos de Yarmuk. El debate/discusión externo se intensifica sin fin y de forma trivial: ¿Fue un ataque contra los palestinos que demuestra que no eran en el pasado sino una mera carta a jugar, o es un ataque contra Yabhat al-Nusrah[¿de verdad? ¿En eso se ha convertido el levantamiento?] (u otros grupos de la oposición) que se habían infiltrado y que había que erradicar a toda costa? ¿O es solo otro ejemplo en el que el régimen facilita/dirige el bombardeo/devastación de un campo de refugiados palestinos como en Tall al-Sa’tar? Pero, ¿acaso no era históricamente el régimen el principal defensor y protector de los diversos grupos de la resistencia palestina?... etc. La narrativa acerca del papel de Palestina y los palestinos elaborada en las metanarrativas se convierte en la lente a través de la cual se contempla e interpreta un incidente o una colección de ellos. Todo lo demás en ese campo, su diversidad y su variada historia se relega a un segundo plano.
Lo bueno y lo malo de los razonamientos equivocados
Las alegaciones presentadas por mí y gran cantidad de analistas sirios, incluyendo los analistas “repentinos” y del “momento” que siguen brotando como setas desde los lugares más extraños (he encontrado dos en el armarito de mi cuarto de baño), pueden tener razón, o no, con ciertas reservas. Pero pudieran dar en el clavo, o no, por razones equivocadas en la medida en que uno está divorciado del contexto local, y el divorcio llega acompañado de determinados matices, desde el frío cálculo “metodista” al simpatizante desinformado y a los guardianes de intereses que no tienen nada que ver con el bienestar de Siria y los sirios. Sin embargo, todos participan y juegan con igual entusiasmo. Siria se ha convertido en estos momentos en un juego en el que participan Estados, instituciones, analistas, activistas, periodistas, blogueros, tuiteros y artistas, quienes, con frecuencia, están sólo remotamente conectados con las vidas reales de la gente real que está soportando allí condiciones muy reales. Producimos instantáneas de la realidad que están divorciadas de la historia acumulada de dolor y experiencias que han llevado a esa realidad. Esas instantáneas se convierten en una reflexión sobre la naturaleza de las gentes observadas y su eterno carácter, no sobre sus circunstancias, pragmatismo y dignidad. Después las convertimos en algo monolítico y esencial, y las fusionamos en una única entidad de pensamientos, condiciones, narrativas y/o paradigmas sacados de la nada por analistas y políticos de tiempos pasados. Cogemos y terminamos nuestro artículo o nuestro twit, lo guardamos, lo enviamos, lo cerramos y a otra cosa. Podemos hacer eso. Pero los que viven en Siria no disponen de ese lujo.
La irrelevancia de las metanarrativas
Quienes viven en Siria ven las cosas de forma muy diferente. Cuando se ven expuestos a las palabras de los debates que se producen fuera de Siria, sonríen con impotencia, decepcionados y críticos, todo a la vez, como si quienes se sitúan a ambos lados del debate que tiene lugar fuera de Siria estuvieran hablando de algo imaginario y no de las realidades sobre el terreno. Los de fuera de Siria andan prácticamente a la greña unos con otros no solo a nivel discursivo también de forma física, discutiendo acerca de si hay que dar prioridad a la resistencia ante el imperialismo o a la resistencia ante la dictadura, mientras la mayoría de los sirios locales no pueden dejar de pensar en la seguridad personal, en el alimento, en la electricidad, en la seguridad de sus familias y en la probabilidad de que todos mueran durante la próxima ronda de enfrentamientos en su barriada. Lo más importante, desde un punto de vista analítico, es que asumimos, erróneamente, que sus preferencias se mantienen estables, pero no es así. También cambian con las circunstancias, un comportamiento que es perfectamente racional.
Gracias a los grupos armados que ahora han perfeccionado –y en ocasiones superado en determinados sucesos individuales- la perenne brutalidad del régimen, uno se las ve crudas en Siria para encontrar una causa o un escenario previsible al que agarrarse. En esas condiciones, los asuntos de cada día prevalecen sobre las metanarrativas, que no es que sean necesariamente insignificantes pero que se han convertido en algo perfectamente irrelevante para la mayoría de los sirios. De ahí las sonrisas que muchos sirios dibujan en sus caras frente a las metanarrativas arrojadas por todos los que estamos en la otra orilla, esas ante las que la gente hace clic, o no, en “me gusta”.
Sin embargo, ese desapego físico no privilegia automáticamente de forma equitativa el análisis de todos los iniciados. Algunos de los análisis más duros han llegado desde el interior de Siria. Y aunque esos análisis pueden descartarse como tales, no pueden sin embargo eliminarse como expresión real de asuntos reales, aunque tengan defectos.
Los que tenemos familia, amigos y colegas en Siria con los que nos ponemos en contacto prácticamente a diario, y aquellos de nosotros que leemos las noticias de Siria vengan de donde vengan, sabemos que las discusiones dentro de Siria son mucho más viscerales y reales, porque las posiciones reflejan a menudo de inmediato la acción consecuente, y donde los compromisos políticos no son ni académicos ni teóricos: la gente muere como consecuencia de determinadas posiciones. Los compromisos políticos pueden significar la diferencia entre poner comida sobre la mesa cada noche o no poder permanecer en tu hogar esa misma noche.
El triunfo de las metanarrativas
Sin embargo, fuera de Siria continuamos discutiendo. Y estamos ganando, por desgracia. Las metanarrativas producidas por diversos Estados, instituciones o individuos se han convertido en algo más importante que cuanto acontece en Siria. Se han transformado en algo más precioso que las personas en cuyo nombre se supone que luchamos. También han vaciado de contenido los principios. Principios abstractos –por lo general buenos- han triunfado de nuevo sobre la realidad mientras se iban desvinculando de ella. Siria es ahora un producto vendido al por mayor en los medios de comunicación, en los medios sociales y en las posiciones de grandes poderes que pueden comprar posiciones, hacer valer su narrativa o influir en los acontecimientos, a menudo sin necesidad de hacer nada.
Eso no significa que no haya política en todo esto. Los grandes perdedores de la destrucción de Siria son los mismos sirios, y lo que Siria podía haber sido. Esto último es importante porque es una ventana a quienes podrían ser los grandes ganadores: los Estados árabes conservadores, Estados Unidos e Israel, todos ellos quieren eludir el potencial de lo que Siria podía haber sido. Su metanarrativa preferida va ganando posiciones dentro de Siria, pero no así en la región. Esa será la próxima batalla, y no va solo de resistencia/imperialismo, islamismo/secularismo, ricos/pobres, tirano/oposición, patriarcado/feminismo, sino de muchas más cosas. Ya ha empezado a manifestarse en Egipto. Esa batalla mayor está llegando de forma inevitable, y la caída del régimen sirio y la de otras dictaduras hacia el Este, protegidas desde fuera, será sólo el principio. Llevará tiempo.
Mientras tanto, en las palabras de Ziad Rahbani, cantadas en parte por Joseph Saqr en los primeros años de la década de 1970:
“Ya nour ‘inayyah, rohna Dahiyyah…
Dahiyyati-l-harakah al-Thawriyyah
Ya nour ‘inayyah’”
No es posible traducirlo de forma verdaderamente exacta, pero puede valer esta frase: “Nos hemos convertido en las víctimas de la revolución”. Pueden escucharla aquí.
Continuará…
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